El puente de Waterloo pertenece a una serie pintada en Londres por encargo del marchante Ambroise Vollard. Derain, entusiasmado por la atmósfera de la capital británica, realizó una interpretación fauvista de las orillas del Támesis que años antes habían pintado Turner y Monet. El motivo pictórico es el puente de Waterloo, captado desde Victoria Embankment, en color azul brillante, cuyo trazado horizontal sirve de línea de horizonte de la composición. Los colores puros aplicados con una técnica puntillista dan a la superficie un aspecto de mosaico. Los azules y amarillos de los luminosos paisajes de Collioure son ahora sustituidos por tonalidades más frías, más adecuadas al clima londinense. La explosión de verdes, azules y morados es todo un manifiesto de la idea fauve de la violencia expresiva del color.
En el cambio del siglo XIX al siglo XX, los fauves fueron los primeros en desarrollar un movimiento artístico innovador, tal y como demandaba la nueva era que comenzaba. Basándose en el legado dejado por la generación de artistas anterior a ellos, los impresionistas y los posimpresionistas, y con un talante moderno muy provocador, estos jóvenes "salvajes" dieron forma a un nuevo estilo pictórico que abrió el camino del arte del siglo XX. Aunque con una temática similar a la del impresionismo, el estilo fauve otorgaba una nueva fuerza al color, el cual dejaba de ser un medio para conseguir plasmar la luz y la atmósfera, para convertirse en el vehículo para expresar emociones.
El puente de Waterloo, una verdadera obra maestra del período fauvista de André Derain, corresponde a un grupo de obras pintadas en Londres por encargo de Ambroise Vollard. Este marchante parisino, quien, entusiasmado con su obra, le había comprado toda su producción en noviembre de 1905, envió a Derain a Londres, a finales de 1905 y de nuevo en 1906, pa ra que repitiera la experiencia llevada a cabo unos años antes por Claude Monet en su serie sobre el río Támesis. En la capital británica, Derain, entusiasmado por la atmósfera londinense, pintó varias espectaculares y variadas vistas de las orillas del Támesis, en las que hizo una interpretación fauvista de los mismos temas que había pintado pocos años antes Monet, aunque muy lejos de él tanto en estilo como en espíritu.
El cuadro del Museo Thyssen-Bornemisza nos presenta una vista del antiguo puente de Waterloo con una imagen muy desdibujada del Parlamento, al fondo a la derecha, y los edificios industriales de altas chimeneas de la orilla sur del río, en la parte izquierda. Las casas del Parlamento no alcanzan el protagonismo que tienen en otros cuadros de la serie y aquí el motivo principal es el puente pintado de color azul brillante, cuyo trazado horizontal sirve de línea de horizonte de la composición.
Derain se sirve en esta obra de la técnica puntillista que venía utilizando desde su estancia con Matisse en Collioure en el verano de 1905, donde había comenzado a dar una nueva importancia a la expresión de las emociones. Bajo la influencia de la pintura de Signac, Derain aplica los colores puros, sin mezclar, sobre un lienzo de preparación blanca, con una pincelada de pequeños toques gruesos y cuadrados que dan a la superficie pictórica un aspecto de mosaico.
Los azules intensos y los amarillos luminosos de los cuadros pintados durante el verano anterior en Collioure, son ahora sustituidos por tonalidades más frías, más propias de la atmósfera londinense. En esta pintura, como en el resto de las obras pintadas por Derain en la capital inglesa, dominan los verdes, azules y morados. La explosión de amarillos, rosas y dorados provenientes del sol, oculto para el espectador, tienen su reflejo en las frías aguas, donde un destello dorado rompe el mosaico continuo de verdes y azules. El tratamiento que Derain hace del cielo y del agua, es todo un manifiesto de la idea fauvista de la violencia expresiva de los colores puros, que son para el artista "cartuchos de dinamita cuya misión es descargar luz".
Paloma Alarcó (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)
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