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Sunday, March 21, 2010

JAIME SABINES: EL POETA



Jaime Sabines nació el 25 de marzo de 1926 y murió el 19 de marzo de 1999. Es decir, en estos días, al mismo tiempo que celebramos su nacimiento, rememoramos su deceso. 

Esta crónica entrevista la publiqué en la revista Voces de Teléfonos de México, exactamente un año antes de la muerte del poeta. Una versión reducida apareció en el entonces semanario etcétera, en un número especial dedicado a Sabines un mes antes de su muerte.



Jaime Sabines: “Con la poesía, el hombre crece, se limpia, se hace mejor”


La poesía llegó a tiempo a la cita con los telefonistas, que el 21 de marzo colmaron el Teatro Ferrocarrilero para acudir al recital de uno de los más grandes poetas vivos de México y, sin duda alguna, el más popular. ¿Quién que no se ha sentido tocado por la poesía de Jaime Sabines? Desde una hora antes empezaron a llegar los asistentes a las afueras del teatro para asegurar su lugar en lo que, ya desde entonces lo sabían, sería una velada inolvidable.

Un poco después, en silla de ruedas, llegó el maestro Sabines, acompañado por su fiel asistente Benito, quien lo ayudó a subir por las empinadas escaleras de la parte trasera del teatro. Como ya se sabe, Sabines se tiene que valer del bastón como resultado de las innumerables operaciones a que se ha visto sometido como consecuencia de una caída hace ya casi nueve años. 

Y ahí estaba el poeta, saludando a los tramoyistas del teatro, quienes veían un partido de futbol por televisión. Sabines le comenta a Benito: “Mira, es el que estabas viendo”. Entonces le pedimos la entrevista. Nos observa con la mirada que le valió ser conocido como “El Zarco Sabines”. “Pero van a ser nada más dos o tres preguntas, ¿no?” Para aislarnos del bullicio futbolero y de los preparativos del recital, nos dirigimos al escenario. El telón todavía estaba abajo. Apenas una mesa, flanqueada por dos discretos floreros. Un vaso, una botella de agua y un micrófono. “¿No está conectado todavía, verdad?”, dice el poeta mientras lo confirma con unos golpecitos al micrófono.


La obra del autor de “Los amorosos”, “La luna”, “Tía Chofi” y cientos de poemas más, se ha recopilado en su libro Recuento de poemas 1950-1993, con base en el cual se ha realizado la selección Recogiendo poemas, con prólogo de Carlos Monsiváis, publicado por Teléfonos de México y Ediciones Zarebska, con un tiraje de 500 mil ejemplares (quizá el mayor tiraje que de libro de poemas alguno se haya realizado en México). Esta obra incluye un nuevo poema titulado “¿Qué busco?, escrito especialmente por Sabines para la edición. Esta colección exclusiva para TELMEX es un regalo para los Clientes de la Empresa y para los telefonistas que se han destacado por sus años de servicio.

Con la advertencia de que deben ser pocas preguntas, mientras se comienza a escuchar el murmullo del público que entra a la sala, vamos directo al grano:

- En este momento, haciendo un balance entre lo malo y lo bueno que le ha pasado últimamente, ¿le sigue gustando Dios? (Tal parece que el poeta no esperaba una pregunta de este tipo para iniciar la entrevista. Sonríe, carraspea un poco, como para dar tiempo a encontrar la respuesta adecuada) 

Esa es una pregunta bastante difícil, porque Dios nunca me ha gustado ni me ha disgustado. En realidad creo que la pregunta debería ser si sigo creyendo o no en Dios. Yo no tengo un Dios antropomórfico. Yo escribí un poema sobre Dios hace dos o tres años, como para decirle a la gente: “Miren, este es mi Dios actual”. Es un Dios barato, que se concibe, que quiero hacerle entender a la gente cómo es ese Dios. Entonces necesito hacer un Dios de la forma del hombre, con los problemas y los percances que le pasan al hombre. Obviamente no es ése mi concepto verdadero de Dios. Mi concepto verdadero de Dios es mucho más profundo. Dios no es antropomórfico, no es ni siquiera un hombre, no tiene una imagen, no tiene una semejanza, es un absoluto total en el que uno se pierde definitivamente. Entonces para hablar de Dios hemos hecho esa imagen del Dios un poco torero, un poco elegante.

¿Entonces el Diablo y usted se siguen entendiendo o no?

(Vuelve a reír) Desde luego. El Diablo es un gran amigo nuestro, con el que nos entendemos todos los días, pero tampoco es esa esencia del Diablo como si fuera una cosa atroz o abominable. El Diablo es una bella persona con la que uno puede platicar cotidianamente.

¿Hay alguna relación entre ser buen poeta y ser buena persona? ¿La poesía nos hace mejores? ¿La poesía es capaz de mejorar a las personas?

Yo creo que sí. Fundamentalmente si uno toma en serio la poesía, debe de ser un momento en que el hombre se supera a sí mismo. El momento poético es un momento de lucidez tremenda, en que el hombre crece, se entrega a los demás de un manera total y uniforme. Yo sí creo que el momento poético es un momento de servicio para el hombre, para los demás, desde luego, por lo que uno escribe, pero fundamentalmente el hombre crece, se limpia, se hace mejor.

Si tuviera que describir el material con el que hace su poesía ¿cuál sería? 

Acero, pan, la harina, el lodo, la rosa, la madera (El poeta toca con la mano la mesa, señala el florero, juguetea con la pluma). Todos son materiales con los que uno hace la poesía. Todos son materiales con los que se siente uno mejor y que se prestan para que uno acuda a la gente.

¿Considera que la poesía es un oficio, un don o algo que se tiene que cargar como una maldición?

Podría ser todo eso, pero la poesía es fundamentalmente un ejercicio de la inteligencia y de la sensibilidad humana. Un ejercicio cotidiano, hasta el grado que lo llevamos todos los días, está con nosotros y la poesía es la que trata de arreglar, de aplicarse, de hacer las cosas cotidianamente. La poesía es un beneficio diurno y nocturno del hombre.

¿Qué le parece que su poesía inspire otro tipo de obras artísticas como el disco de Hebe Rossell sobre Tarumba, obras de teatro como la de Gilberto Guerrero, “Desdén: el último danzón”?

A mí me parece bien. No tengo ningún obstáculo en negar la posibilidad de que se acerquen a mi poesía y la utilicen para hacer un canto religioso o una obra de teatro. Se han dado casos que usan la poesía para esas cosas. Creo que es legítimo cuando me piden permiso, bueno, aunque relativamente, porque muchas veces no me dicen nada pero de todos modos lo hacen. Lo importante es que lo hagan bien, en el sentido de que lo quieran hacer. Eso es todo. Ni me opongo ni busco a propósito esas cosas.

Tengo una lista de poetas mexicanos que quisiera que en cuanto escuche el nombre de cada uno me dijera lo primero que le venga a la cabeza. Empecemos con Ramón López Velarde.

Es uno de los grandes poetas de México que se ha perdido un poco en sus propios problemas, pero ahí está presente.

Elías Nandino.

Un viejito muy agradable, muy simpático el viejo, que en los últimos años despertó de verdad su fuerza poética, que no tenía en un principio, en que hacía cosas aisladamente, pero en los últimos diez o doce años de su propia vida le entró a la poesía con todas las ganas del mundo y logró cosas valiosas.

Efraín Huerta.

Yo lo quise mucho. Fuimos grandes amigos y considero que es uno de los poetas importantes, de los grandes poetas de México.

Rubén Bonifaz Nuño.

Aunque está casi ciego actualmente, está haciendo cosas extraordinarias. Antier leí en la prensa que iba a leer una obra sobre Hesíodo que él había traducido durante dos años. Es un muchacho muy estudioso, muy aplicado, y que como poeta tiene una gran popularidad.

Efraín Bartolomé.

Está empezando pero con muy buenos pasos. Es paisano mío, chiapaneco también, y fui yo tal vez el de los que lo iniciaron hace 20 ó 22 años para que escribiera verdadera poesía, al grado que hice que se quitara un pedazo del nombre y se quedó Efraín Bartolomé nada más. Maravilloso prospecto para la poesía en México.

 Jaime Sabines.

(Ríe y entorna los ojos, carraspea)
 Es otro que medio conozco y que está haciendo el esfuerzo por colocarse bien en la poesía mexicana.

¿Todavía sigue escribiendo en libretas de contabilidad?

Sí, absolutamente. Nada más que ya casi no escribo. Con esto de las enfermedades, de las operaciones y todo, me he pasado casi ocho o nueve años, casi sin escribir. Dos o tres poemas importantes y lo demás, pues, puros arreglitos medio musicales nada más, pero casi no tienen ninguna importancia. 

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Yo no sé. Ser recordado depende toda la gente que me recuerde, cada una de las gentes, me van a recordar de un modo distinto. Los que me conocieron me van a recordar con todos mis defectos, mis errores humanos y todo. Los que no me conocieron y solamente amaron al poeta, ésos me van a deificar. Pero en el otro lado, en el camino del olvido, para mí me es totalmente indiferente. No pretendo nada. Sé que la poesía puede durar 50, 60 ó 100 años, un poco más tal vez, pero en el fondo no tiene nada que ver con la persona de uno. La poesía se va a deshacer, uno se va deshacer, tal vez uno se deshaga más pronto que la poesía, pero la poesía se va ir deshaciendo en la boca de los demás y llegará un momento en que ya nadie sepa de uno nada. Eso es lo normal, además. Enteramente normal. 

Conforme avanza esta última respuesta el poeta se va sumergiendo en sus propios pensamientos. Sus palabras finales son apenas un murmullo que se pierde en el bullicio de un auditorio rebosante ya con cerca de 2,000 personas. Los organizadores anuncian el inicio del recital. El lugar se oscurece totalmente. Se levanta el telón y aparece, apenas iluminada, la figura frágil de Jaime Sabines en su silla de ruedas. El aplauso es atronador. El sillerío permanece en penumbras. Entonces Sabines suplica: “Le pido a los señores de la luz que iluminen la sala porque quiero ver la cara de ustedes”. Y, emulando al Creador, se hace la luz. Caray, piensa uno, hasta cuando pide algo tan simple parece que está diciendo un poema. 

Sin más, inicia la lectura de “Yo no lo sé de cierto”, de su primer libro Horal, de 1950. Y a lo largo de 33 poemas (cifra por demás significativa, como la edad que tenía Cristo al ser crucificado) y poco más de una hora de lectura, Sabines nos sumerge en el poder balsámico de la palabra poética. El público aplaude cada poema, con distinta intensidad, celebran sobre todo los “caballitos de batalla”, los clásicos poemas sabinesianos (“Los amorosos”, “La cojita está embarazada”, “Te quiero a las diez de la mañana”, “No es que muera de amor”, “El peatón”, “La luna”), aunque, contrariamente a otras ocasiones, Sabines lee fragmentos de Tarumba, su legendario y largo poema de 1956. 

A la mitad del recital, el poeta pregunta a quienes forman el público si ya se cansaron. Un rotundo no. Aprovechando la oportunidad alguien grita desde el anonimato: “¡Algo sobre la muerte del mayor Sabines!” El poeta se disculpa: “Ese hay que leerlo completo y no tenemos tiempo. Si leo sólo fragmentos le hace daño al poema”. La voz de Sabines, aunque única y poderosa, ya se oye cansada, carraspea, toma agua, un par de ocasiones pierde el hilo de la lectura, pero la poesía sigue ahí. Anuncia que sólo leerá tres poemas más. Otro multitudinario no. “¿Cómo de que no?”, bromea. “Nada más tres y ya”. Termina con “La luna” y el aplauso de pie, largo, emocionado, como siempre. El poeta se levanta de su silla. Agradece y cruza los brazos. 

Entonces los organizadores anuncian que el maestro aceptará firmar libros, nada más que con orden para evitar aglomeraciones. Se forma una instantánea y largísima fila. Muchas mujeres, de todas las edades, una niñita de lentes con una ajada edición de Recuento de poemas (seguramente de su papá), parejas de novios, estudiantes con sus morrales, hombres maduros, todos quieren estar cerca del poeta, quien apenas tiene tiempo de escuchar el nombre y plasmar la dedicatoria y la rúbrica. Así, casi una hora después, salimos a la segunda noche primaveral, fresca y silenciosa, donde segirán retumbando 50, 60 ó 100 años más, quién sabe, las palabras de Jaime Sabines. 


La semana de su muerte Raúl Trejo publicó este texto en su columna del periódico "La Crónica de Hoy":



El Poeta 
RAUL TREJO DELARBRE 

Jaime Sabines es un hecho social. Más allá de la subjetividad de cada quien, pero también gracias a ella, el poeta moviliza voluntades, trasciende generaciones, convoca multitudes como ningún otro escritor contemporáneo. Es, de esa manera, un acontecimiento político. Su muerte ha reunido a ciudadanos y a poderosos. Se le ha llorado con sinceridad. Se le ha querido utilizar con impúdica desfachatez. El lo supo con tanta perspicacia que se anticipó a los excesos con motivo de su muerte.

Poeta de la muerte, Sabines lo fue del amor, del asombro, de la vida. Su pasión por (y en) el desgarramiento fue vehículo, nunca estorbo para encontrar la trascendencia, sin afectaciones, de los hallazgos que regala la vida diaria. Murió después de estar mirando la bugambilia compañera de sus últimos días. Vivió regalando la mirada ora alegre y jovial, también taciturna y acerada, de sus más conocidos poemas.

Procesión en tarde encapotada

Cada quien tiene a su Sabines personal. Pero son legiones quienes habiéndose asomado a ella, se han quedado para siempre con girones memorables de la escritura del poeta chiapaneco.

[Las muchachas que devanan sueños en el presagio de aquel silencio fino, tembloroso, insoportable que les avisó Sabines. Las mujeres y los hombres que se han ido quedando solos poco a poco. Aquellos que en noche de farra y sexo pudieron cortar con relámpagos de alcohol la obscuridad de las pupilas. Los que, cuando la ausencia de sus muertos, encontraron compañía en los sonetos inclementes que le escribió a su padre. Todos somos deudos de Sabines y experimentamos hoy aquel sacudimiento de las ramas que él sintió cimbrarse ante el hachazo al tronco perdurable. Conozco una mujer que alguna vez se derritió en suspiros cuando encontró en un verso de Sabines la descripción exacta de sus sueños marítimos. Tengo un amigo que en innumerables ocasiones y con increíble éxito ante las mujeres, en bares y fiestas dijo ser Sabines y en más de un sentido seguramente lo era. Hay tantos y tantos beneficiarios del poeta que ayer por la tarde, estoy seguro, brindamos o lloramos o ambas cosas cuando sabíamos que su cortejo fúnebre recorría las calles de una ciudad nublada (la procesión del entierro en las calles de la ciudad es ominosamente patética... la carroza avanza, se detiene, acelera de nuevo, y uno piensa que hasta los muertos tienen que respetar las leyes de tránsito, escribió en su Diario semanario)].

Movilizador de multitudes

Desde el viernes se han repetido, jamás hasta el cansancio, algunos de sus versos más famosos. Son poemas que han sido recitados, y utilizados, por varias generaciones que, gracias a Sabines, rompen el mito de que los mexicanos no son lectores. El año pasado una selección de esos poemas, patrocinada por Telmex, tuvo un tiraje de 500 mil ejemplares.

Los recitales de Sabines en Bellas Artes, en Ciudad Universitaria o en escenarios de provincia, fueron desusados por las multitudes que allí se congregaron. Miles y miles, fundamentalmente jóvenes, acudieron en esas ocasiones no para escuchar algo nuevo, sino para reconocerse en aquel hombre que, en muletas o silla de ruedas después del accidente que lo marcaría para siempre, les leía versos ya de todos conocidos.

Esa propagación masiva hace peculiar a la poesía de Sabines. Quizá sus poemas más populares no son los de más afinada calidad literaria, pero eso para sus lectores ha sido lo de menos. Sabines demostró que las cosas fundamentales pueden ser nombradas de manera muy directa. Ese, el gran mérito para el alcance social de su poesía, ahora también es reconocido como reivindicable rasgo literario.

No siempre fue así. Sabines, hombre de afectos y fidelidades, no se allanó, sin embargo, a ninguna corriente cultural. Sus poemas llegaron a ser duramente cuestionados antes de que él tuviera la presencia pública que, hoy, hace de su muerte un acontecimiento nacional. Así es como llegó a escribir, acerca de los siempre resbaladizos criterios para apreciar a la poesía.

Hay dos clases de poetas modernos: aquellos, sutiles y profundos, que adivinan la esencia de las cosas y escriben:

“Lucero, luz cero, luz Eros, la garganta de la luz pare colores coleros”, etcétera, y aquellos que se tropiezan con una piedra y dicen “pinche piedra”.

Los primeros son los más afortunados. Siempre encuentran un crítico inteligente que escribe un tratado “Sobre las relaciones ocultas entre el objeto y la palabra y las posibilidades existenciales de la metáfora no formulada”. —De ellos es el Olimpo, que en estos días se llama simplemente el Club de la Fama”.

Congruencia personal y pública

Su experiencia poética, Sabines la cultivó en la vida ordinaria, fuera de los cenáculos intelectuales. Eso no fue necesariamente un mérito, simplemente se trata de un dato fundamental en su biografía. A diferencia de otros escritores, Sabines tuvo ocupaciones distintas de las literarias. Como estudiante de medicina, conoció las pobrezas del cuerpo humano. Vendedor de telas, barrendero frente a su establecimiento, supo de las penurias de quienes se ganan el sustento en oficios inevitablemente prosaicos (Quise hacer dinero/vivir sin trabajar/disfrutar de las cosas del mundo./Pero ya estaba escrito/que he de comer mi piedra/con el sudor de mi corazón, escribió hace más de 30 años.)

Sabines no hizo populismo con ese origen, ni pretendió ser poeta del pueblo. Pero esa contundente sencillez de su poesía le permitía explicar, como le dijo a Guillermo Vega Zaragoza en una entrevista en 1998: “Acero, pan, harina, lodo, la rosa, la madera. Todos son materiales con los que uno hace poesía. Todos son materiales con los que se siente uno mejor y se prestan para que uno acuda a la gente”.

La gente era la que iba a él. En tropel, cada vez que se podía. Pero Sabines fue a la gente, a su vez, por medio de la política. No fue la etapa más brillante de su biografía porque no era lo suyo, pero su militancia partidaria y su presencia en la Cámara de Diputados, fueron parte de la congruencia personal y pública de Jaime Sabines.

Ahora hay quienes, en un acto de enajenación, pretenden que se trataba de dos personas: uno, el poeta, beneficiario de la aclamación y el afecto; el otro, el político, cuestionado no tanto por su membresía en el PRI sino porque cometió el desacato de cuestionar al neozapatismo.

Política, desencanto y amargura

Sabines no calló sus ideas políticas. A veces se olvida que, hace tres décadas, la suya fue de las pocas voces que se levantaron, no sin riesgos por cierto, para dolerse de la matanza del 2 de octubre.

Tlatelolco será mencionado en los años que vienen 
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea, pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo:
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados,
por la metralla del Orden y la Justicia Social

En aquel largo poema, profuso en desencanto y amargura, Sabines repetía la vergüenza que experimentaba ante ese crimen e ironizaba ante la forzosa unidad nacional pretendida por el gobierno. Un sexenio más tarde, aceptó ser diputado federal por Chiapas, experiencia que repitió en 1998 como diputado por el DF. No puede decirse que Sabines engañase a sus convicciones en esa posición pública. Su hermano Juan había sido senador y sería gobernador de su estado en 1979. El lo llevó a la política activa, según explicó el poeta en numerosas ocasiones.

Ahora que Sabines ha muerto se erigen inopinados beneficiarios suyos. Antier, a la capilla fúnebre, acudió Porfirio Muñoz Ledo, quien ni siquiera allí dejó de hablar de su tema favorito, que es él mismo. Muñoz Ledo aseguró que fue él, siendo presidente nacional del PRI, quien convenció a Sabines de aceptar la candidatura a diputado y una y otra vez se refirió al poeta como “Juan”. Cuando un reportero le hizo notar la equivocación, el legislador perredista corrigió sin inmutarse y siguió hablando, de él y Sabines —en ese orden.

“Quiero mostrar, no demostrar".

Lejos de la prosopopeya y la jactancia de algunos de sus apologistas de ocasión, Sabines era profundamente modesto acerca de los asuntos públicos. Tanto que, quizá en la exageración, escribió en 1961:

“No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de convencer a otra persona es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar o de creer o de hacer lo que le dé la gana. Yo quiero sólo enseñar, dar a conocer, mostrar, no demostrar. Que cada uno llegue a la verdad por sus propios pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado. (¿Quién es quién para decir ‘esto es así’, si la historia de la humanidad no es más que una historia de contradicciones y de tanteos y de búsquedas?)

“Si a alguien he de convencer algún día, ese alguien ha de ser yo mismo. Convencerme de que no vale la pena llorar, ni afligirse, ni pensar en la muerte. ‘La vejez, la enfermedad y la muerte’, de Buda, no son más que la muerte y la muerte es inevitable. Tan inevitable como el nacimiento”.

Aprendizaje, paciencia... e injurias

No trataba de convencer, pero el poeta tenía certezas y, como pocos, puso en papel y tinta las certidumbres de otros. No sabemos si se convenció de aquella verdad cardinal sobre la muerte y la aflicción que tanto le inquietaba, pero acaso no era humildad sino aprensión la que expresaba de la siguiente manera:

“Nadie puede vivir de cara a la verdad sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos. Porque la verdad es que somos débiles y miserables y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y afirmar. No podemos vivir a la intemperie en el sólo minuto que nos es dado."

Sabines tenía sus verdades —y las decía. Se guareció de la intemperie pero, sobre todo, se acercó a los asuntos públicos a través de una participación política que desempeñó con el mismo realismo con que vendía telas en Tuxtla Gutiérrez. Más que lo que pudo haber dicho en la Cámara, se recuerda su presencia emblemática: el poeta en medio del alboroto de los políticos; él, señor de las palabras, abrumado de palabrería. Tanto se aburría o trataba de encontrar, irónico, tan heterodoxo sentido a aquella tormenta de dichos, que alguna vez inventarió las imprecaciones que los diputados de la oposición les dirigían a los priistas.

En octubre de 1994, Sabines le platicó a Susana Rosas, de etcétera: “Era mi deber asistir a las reuniones de la Cámara, ahí vas aprendiendo. En primer lugar tienes que aprender a tener paciencia para soportar 14 horas de discursos y controlarte a ti mismo, tus impulsos. Eso lo aprendí en el 88 durante el Colegio Electoral. A los del PRI nos mentaban la madre hasta que terminaba la sesión y todos teníamos la consigna de no responder, había que morderse la lengua para no protestar. ‘Uleros, uleros’, gritaban de las galerías, también los de la oposición nos decían majadería y media. Un día me puse a apuntar todos los insultos que nos decían, se me asomó Martha Anaya, de Excélsior, y me preguntó qué era aquello. ‘Son los insultos que nos dicen’. ‘Dame esa lista, por favor’, la publicó y eso bajó la tensión entre los diputados del PRI. Eran 84 insultos. Del zoológico fueron como 12, bueyes, corderos, borregos, arrieros, hasta extraterrestres nos dijeron”.

Un poeta políticamente incorrecto

Peores cosas, sobre todo con más alevosía, le dijeron a Sabines hace algo más de un año, a comienzos de marzo de 1998, cuando se atrevió a criticar al obispo Samuel Ruiz y a la manipulación de los indios de Chiapas a cargo del Ejército Zapatista. Entonces le llovieron detractores ofendidos no porque esas críticas se dijeran en público, sino porque era Sabines quien las pronunciaba.

Aquella actitud fue de una significativa intolerancia por parte de un segmento del “chapatismo chic” como ha sido denominado. Esos defensores del subcomandante, hasta entonces le habían dispensado a Sabines su membresía priista, a la que consideraban incómoda pero nada más extravagante. Sin embargo nunca le perdonaron que discrepara con la guerrilla neozapatista, es decir, que fuera políticamente incorrecto según los códigos de ese segmento.

Aquella fue prácticamente una crucifixión del poeta, con una furia exacerbada no sólo ante la enorme autoridad moral de Sabines sino porque él sí conocía de los asuntos de Chiapas. A Sabines le dolían profundamente la miseria pero, también, el revoltijo político en su estado.

“... esa cosa de los Hombres ilustres”.

Ahora que ha muerto, incluso algunos de quienes hace un año lo denostaban se lucirán elogiando a Sabines.

El poeta y, sobre todo, sus poemas, son de todos. Cada quien tendrá al Sabines que prefiera, o que pueda, aunque algunos deban hacer una incómoda y traicionera separación entre el hombre y su obra. En todo caso, será preciso recordar que Sabines prevenía sobre la condición egoísta del homenaje póstumo:

No hay poesía en la muerte.
En la muerte no hay nada.

Cuando escribió sobre el deceso de su amiga Rosario Castellanos, en un poema lleno de furia y tristeza, Jaime Sabines se anticipaba respecto de su propia muerte:

Cómo duele, te digo que te traigan,
te pongan, te coloquen, te manejen,
te lleven de honra en honra funeraria!
(No me vayan a hacer a mí esa cosa
de los Hombres Ilustres, con una chingada)

“La poesía, en boca de los demás”

Aunque le pesara, Sabines es un hombre ilustre. Es parte de los sentimientos de millones de compatriotas suyos. Cada quien con su Sabines, habrá de recordarlo según el amor que haya interiorizado, o de acuerdo con las muertes que haya sobrellevado gracias a la poesía de ese chiapaneco querido —y hoy llorado ¿Cómo le gustaría ser recordado?, le preguntó el año pasado Guillermo Vega Zaragoza. El poeta dijo, entonces:

“Yo no sé. Ser recordado depende de la gente que me recuerde, cada una de las gentes me va a recordar de un modo distinto. Los que me conocieron me van a recordar con todos mis defectos, mis errores humanos y todo. Los que no me conocieron y solamente amaron al poeta, ésos me van a deificar. Pero en el otro lado, en el camino del olvido, a mí me es totalmente indiferente. No pretendo nada. Sé que la poesía puede durar 50, 60 o 100 años, un poco más tal vez, pero en el fondo no tiene nada que ver con la persona de uno. La poesía se va a deshacer, uno se va a deshacer, tal vez uno se deshaga más pronto que la poesía, pero la poesía se va ir deshaciendo en la boca de los demás y llegará un momento en que ya nadie sepa de uno nada. Eso es lo normal, además. Enteramente normal”.


Digamos, entonces, con Sabines y gracias a él, en serio:

“Te digo en serio que la muerte no existe. De pronto lo descubres. Cuando el pedazo de carbón ya no es más madera quemada sino carbón a solas, lleno de sí mismo, con su propia vida; cuando la corteza del árbol o la hoja desprendida flota sobre el arroyo, y la piedra en el fondo junto a los caracoles crece mansamente; el agua llena de tantas cosas minúsculas, llena de luz, de música, de insectos destruidos, de zancudos cristianos caminando sobre su superficie; el agua que se bebe la sombra de los árboles; el ganado a su orilla, las quietas vacas en el viento, el viento quieto como una transparencia; toda la tarde, todo el concierto, la armonía, el deslumbrante misterio que estaba allí a tu alcance, tan sencillo y tan simple. Y tú dentro de todo, con todo en ti mismo —Te digo que sólo la vida existe".
                                                                             

Así ,con la sencillez que le caracterizó siempre nos dejó en el año 1999. Afortunadamente hoy existe Internet y como resultado puede extenderse su obra a millones de hispanohablantes o... a aquellos que algún día deseen aprender este idioma.
GRACIAS por haber escrito señor, donde quiera que estés, 
gracias por haber estado ahí, 
viviendo y amando la vida, 
y demostrándolo... por tu coherencia, 
y habernos enseñado que "solo la vida existe" 
y que está ahí: al alcance de la mano,
y es tan sencillo...




 Sourcen:

Guillermo Vega Zaragoza, 23th March 2006 in bloguerato 

Diario mexicano "Crónica": http://www.cronica.com.mx/1999/mar/21/art01.html

Raúl Trejo Delarbe 

 Photos from:

Friday, March 19, 2010

ANSON: Una vida al descubierto


REVIEW


Category:Books
Genre: Biographies & Memoirs
Author:Alberto Lardiés Galarreta & Daniel Forcada


El 8 de febrero de 2010 Luis María Anson cumplió 75 años. Y a pesar de que siempre ha sido reacio a escribir sus memorias, durante la escritura de este libro se ha dejado entrevistar para revelar su visión y una serie de anécdotas sobre la profesión del periodismo, la política y en definitiva, de la historia de España de los últimos 50 años. Algo de lo que se cuenta es inédito, como una visita de Neruda.
Es esta la historia del editorialista más joven de ABC, donde estuvo catorce años; de sus viajes como corresponsal de guerra; de su lucha contra la censura («Anson es el mayor enemigo del Régimen», Franco dixit); de su época al frente de la agencia EFE; de su firme compromiso con la Monarquía, con Don Juan y el resto de la Familia Real; de cómo tumbó al felipismo, de la génesis de La Razón, de sus relaciones con el poder y con los colegas; de la Real Academia al Premio Príncipe de Asturias y de su visión sobre el futuro del país y de la comunicación.



ISBN:
9788497349307
EAN:
9788497349307
Fecha:
17/3/2010
Colección:
Biografías y Memorias
Páginas:
554



Fuente // Source // Quelle:
www.laesferalibros.com
http://esferalibros.com/libros/librodetalle.html?libroISBN=9788497349307

Tuesday, March 16, 2010

NUTRITION LABELS GIVE BRUSSELS INDIGESTION // Financial Times


REVIEW

Category:Other

At a recent lunch debate in Brussels, the question of the day for assembled pundits was this: How many servings does a bag of biscuits contain?

That question lies at the heart of one of the fiercest debates in Brussels these days – over the creation of a new Europe-wide system of nutrition labels for food. A proposal to reshape the system for the first time in more than a decade faces a key vote in the European parliament on Tuesday.

The debate may not carry the weight of the Greek debt crisis, which could re-shape the European Union. Nor does it have the urgency of the Copenhagen climate talks.
  But nutrition labels would represent one of the most visible and enduring consumer measures by a bureaucracy generally dismissed by its subjects as remote and unintelligible. The fight is also a reminder of Brussels’ complicated love of labels. In the last year, the EU has considered new labels for energy efficiency, tyres, and organic produce. New labels to denote heritage sites are in the works.


To politicians, labelling schemes offer a simple response to the regulatory challenges of an increasingly confusing and uncertain world. Yet they tend to carry unintended consequences that make their implementation agonising.

The recent overhaul of energy efficiency labels is a case in point. It was held up for months amid fights over such questions as what shade of green to use on a colour spectrum, and whether to keep the existing “A to G” efficiency scale or broaden it with new “A+”, “A++”, and “A+++” designations. Companies such as Siemens demanded the pluses so that the next generation of appliances would not relegate today’s refrigerators and toasters to “B” or even “C” status. They hired lobbyists and public relations firms to make their case.

Yet the passions unleashed by energy efficiency pale in comparison to the battle over nutrition labels, which were drafted with the salutary goal of giving Europe’s increasingly obese and diabetes-afflicted consumers a quick and easy way to understand what they are eating.

They have since descended into a wrestling match between industry, politicians and consumer groups about the proper font size and location on a package, what information labels should include, and how far they should go in terms of interpreting nutritional information.

“It’s become a free-for-all,” said one operative from the CIAA, a food industry trade group that includes such members as Coca-Cola and Nestlé. BEUC, a European consumer organisation, has called for colour-coded icons – red, amber and green – on the front of each package to inform consumers how much fat, saturated fat, sugar and salt it contains per 100g.

Predictably, most food companies, who would rather greet shoppers with an appealing logo than a health warning, want to relegate all but the number of calories per serving to the fine print on the back of the package. The mere mention of so-called traffic lights gives them indigestion.

“Are you going to put a red light on panettone in the Christmas season?” expostulated one Italian food executive, touching on the inherent sensitivity of developing a system for a 27-nation bloc with diverse eating cultures.

Yet the essential question in the debate is what constitutes a serving? While it may be easy to determine with a can of soda or a ready-made meal, it is less obvious for, say, a packet of biscuits. Depending on how it is measured, of course, a portion makes all the difference between a responsible snack and a red light. “It certainly should be possible by one means or another to come up with an agreed portion size,” Geoff Thompson, a Danone executive, said recently.

But industry has squandered its credibility after tricks such as presenting a 100g chocolate bar as two portions and not one. Nor is science much help. Barbara Livingstone, a professor at the University of Ulster argues that portion size is in flux, and even changes depending on the “context” in which consumers eat – at home, for example, as against a restaurant.

“I think we’re only beginning to appreciate that consumers’ behaviour in relation to portion size is very complex,” she says, raising the question of whether Brussels’ labellers had again bitten off more than they could chew 

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Written by JOSHUA CHAFFIN in Brussels
Published: March 15 2010 19:03 | Last updated: March 15 2010 19:03
Copyright The Financial Times Limited 2010 at:
http://www.ft.com/cms/s/0/a0b3f988-3063-11df-bc4a-00144feabdc0.html?ftcamp=rss&nclick_check=1


Picture: It is a paint from Lee Woods ( from Cornwall, U.K.) and it's called
"Science and Progress in the Auvergne" © by Lee Woods

Wednesday, March 10, 2010

Tell President Jintao and China: Free Tibetan Filmmaker Dhondup Wangchen- The Petition at Care 2 in USA and Amnesty International in Germany.


REVIEW
Category:Other
http://www.thepetitionsite.com/takeaction/336219057


"Little over two years ago, plainspoken businessman Dhondup Wangchen bought a small camera and began interviewing monks and yak herders for his documentary film Leaving Fear Behind. He bravely gave a voice to Tibetans living under China's rule. Sadly, after finishing the film, he was arrested and his own voice was silenced.

As a prisoner of the Chinese government, Wangchen:




* endured torture to extract a confession.
* contracted hepatitis B and is denied adequate treatment.
* had the lawyer he chose replaced with a government-appointed one--violating his right to choose his own counsel and denying him access to independent legal assistance.

Wangchen's arrest and sentence of 6 years in prison prove that the Chinese government will not allow Tibetans any expression that opposes Chinese rule. Tell the Chinese government to release Dhondup Wangchen and to uphold the right to freedom of expression and the right to a fair trial in future cases."


I have just signed. May be it will help to liberate him, may be not... but if we do not try the answer is going to be NO again and again.

Amnesty International in Germany writes this:

"Bitte schreiben Sie höflich formulierte Briefe an die Justizministerin und fordern Sie sie auf, Dhondup Wangchen umgehend und bedingungslos freizulassen. Dringen Sie darauf, dass eine gründliche und unparteiische Untersuchung der von Dhondup Wangchen erhobenen Foltervorwürfe durchgeführt wird und die Verantwortlichen vor Gericht gestellt werden.
Schreiben Sie in gutem Chinesisch, Englisch oder auf Deutsch an:

Minister of Justice Wu Aiying Buzhang Sifabu
10 Chaoyangmen Nandajie
Chaoyangqu
Beijingshi 100020
VOLKSREPUBLIK CHINA
(korrekte Anrede: Your Excellency)

Standardbrief Luftpost bis 20 g: € 1,70
Senden Sie bitte eine Kopie ihres Schreibens an:

Botschaft der Volksrepublik China
S.E. Herrn Wu Hongbo
Märkisches Ufer 54
10179 Berlin
Fax: 030-27588221
E-Mail: chinesischeBotschaft@debitel.net
chinaemb_de@mfa.gov.cn
de@mofcom.gov.cn


Sources:
Foto von Amnesty International in Germany, site:
http://www.amnesty.de/briefe-gegen-das-vergessen/2010/3/dhondup-wangchen?destination=suche%3Fwords-advanced%3Ddhondup%2Bwangchen%26search_x%3D0%26search_y%3D0%26search%3DSuchen%26country%3D%26topic%3D%26node_type%3D%26from_month%3D0%26from_year%3D%26to_month%3D0%26to_year%3D%26form_id%3Dai_search_form

This link is long, I know: it was the only one it works properly as I have tried to go into the site after writing this Review (no idea why!).

You can find there the complete information about this issue but in Amnesty International here as well:

http://www.amnesty.org/en/library/asset/ASA17/011/2009/en/82100598-017f-4023-8acb-204cc0281def/asa170112009en.html



Book: „The Soros Lectures at the Central European University" by George Soros

SOROS WOULD MAKE IT HARDER FOR PEOPLE LIKE HIM TO MAKE BILLIONS


By Mark Memmott

The man who famously "broke the Bank of England" in the early '90s by playing within the regulatory system of the time to make $1 billion as the pound sterling crumbled, continues to make the case for better regulations that would make it much harder for people like him to make so much money.


Billionaire George Soros has been advocating for, as he wrote recently at TheMotleyFool, regulations that are "international in scope."

In a conversation earlier today with Morning Edition co-host Steve Inskeep, readily admitted that "it would have denied me some opportunities for making money" if rules and regulations had been tighter over the years.
Soros has just published a new book, The Soros Lectures, which spells out his thinking on "finance, capitalism and open society." 

This video offers a taste of what those lectures were like: http://link.brightcove.com/services/player/bcpid1125995047?bctid=49755285001


Sources: 
here you can load the second lecture as well  which is named  "Financial Markets". This book  is published in 2010.