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Sunday, October 10, 2010

Catorce minutos de reflexión por Mario Vargas Llosa


Ese día, como todos los días desde que, hace tres semanas, llegamos a Nueva York, me levanté a las cinco de la mañana y, procurando no despertar a Patricia, me fui a la salita a leer. Era noche cerrada todavía y las luces de los rascacielos del contorno tenían la apariencia inquietante de una gigantesca bandada de cocuyos invadiendo la ciudad. Dentro de una hora más o menos comenzaría a amanecer y, si estaba despejado el cielo, las primeras luces irían iluminando el río Hudson y la esquina de Central Park con sus árboles que el otoño comienza a dorar, un lindo espectáculo que me regalan cada mañana las ventanas del departamento (vivimos en el piso cuarenta y seis).



Tenía el día planificado con toda precisión. Trabajaría un par de horas preparando la clase del próximo lunes en Princeton, en la que ilustraría el tema del punto de vista con ejemplos tomados de El reino de este mundo de Alejo Carpentier, media hora de ejercicios para la espalda, una hora de caminata en Central Park, periódicos, desayuno, ducha, y a la Public Library de New York, donde escribiría mi Piedra de Toque para EL PAÍS sobre el suicidio, tirándose del puente George Washington, en la Universidad de Rutgers, de Tylor Clementi, violinista y joven estudiante al que dos compañeros homófobos habían denunciado como gay, difundiendo en la Red un vídeo en el que aparecía besándose con un hombre.

Inmediatamente fui absorbido por la magia de El reino de este mundo y la transfiguración mítica que la prosa de Carpentier hace de los primeros intentos independentistas en Haití. El narrador omnisciente de la historia es una astuta ausencia erudita, libresca, barroca y rebuscada que narra desde muy cerca de la sensibilidad del esclavo Ti Noel, quien cree en los Grandes Loas del vodú y que los hechiceros del culto, como Mackandal, gozan del don de la licantropía, es decir, pueden transformarse en animales a voluntad. Hacía por lo menos veinte años que no la releía y su poder de persuasión seguía siendo irresistible.
De pronto advertí la presencia de Patricia en la salita. Se acercaba con el teléfono en la mano y una cara que me asustó. "Una tragedia en la familia", pensé. Cogí el aparato y escuché, entre silbidos, ecos y eructos eléctricos, una voz que hablaba en inglés. En el instante en que alcancé a distinguir las palabras Swedish Academy la comunicación se cortó. Estuvimos callados, mirándonos sin decir nada, hasta que el teléfono repicó otra vez. Ahora sí se oía bien. El caballero me dijo que era el secretario de la Academia Sueca, que me habían concedido el Premio Nobel de Literatura y que la noticia se haría pública dentro de catorce minutos. Que podía escucharla en la televisión, la radio y el Internet.
-Hay que avisar a Álvaro, Gonzalo y Morgana -dijo Patricia.
-Mejor esperemos que sea oficial -le contesté.
Y le recordé que, hacía muchos años, en Roma, nos habían contado la broma pesada que le jugaron unos amigos (o más bien enemigos) a Alberto Moravia, haciéndose pasar por funcionarios de la Academia Sueca y felicitándolo por el galardón. Él alertó a la prensa y la noticia resultó un embrollo de mal gusto.
-Si es cierto, esta casa se va a volver un loquerío -dijo Patricia-. Mejor dúchate de una vez.
Pero, en vez de hacerlo, me quedé en la salita, viendo asomar entre los rascacielos las primeras luces de la mañana neoyorquina. Pensé en la casa de la calle Ladislao Cabrera, en Cochabamba, donde pasé mi infancia, y en el libro de Neruda Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que mi madre me había prohibido leer y que tenía escondido en su velador (el primer libro prohibido que leí). Pensé en lo mucho que le hubiera alegrado la noticia, si era cierta. Pensé en la gran nariz y la calva reluciente del abuelo Pedro, que escribía versos festivos y explicaba a la familia, cuando yo me negaba a comer: "Para el poeta la comida es prosa". Pensé en el tío Lucho, que, en ese año feliz que pasé en su casa de Piura, el último del colegio, escribiendo artículos, cuentecitos y poemas que publicaba a veces en La Industria, me animaba incansablemente a perseverar y ser un escritor, porque, acaso hablando de sí mismo, me aseguraba que no seguir la propia vocación es traicionarse y condenarse a la infelicidad. Pensé en el estreno, ese mismo año, en el Teatro Variedades de Piura, de mi obrita La huida del Inca, que mi amigo Javier Silva publicitaba a voz en cuello por las calles con una gran bocina, desde el techo de un camión, y en la bella Ruth Rojas, la Vestal de la obra, de la que yo estaba enamorado en secreto.
-Es una tontería pensar que esto puede ser una broma -dijo Patricia-. Llamemos a Álvaro, Gonzalo y Morgana de una vez.
Llamamos a Álvaro a Washington, a Gonzalo a Santo Domingo y a Morgana a Lima, y todavía faltaban siete u ocho minutos para la hora señalada. Yo pensé en Lucho Loayza y Abelardo Oquendo, los amigos de adolescencia y en la revista Literatura, de la que sacamos apenas tres números, de nuestro manifiesto contra la pena de muerte, del homenaje a César Moro, y de las feroces discusiones que a veces teníamos sobre si Borges era más importante que Sartre o éste que aquél. Yo sostenía lo último y ellos lo primero y eran ellos, por supuesto, quienes llevaban la razón. Fue entonces cuando me pusieron el apodo (que a mí me encantaba): "El sartrecillo valiente".
Pensé en el concurso de La Revue Francaise que gané el año 1957, con mi cuento El desafío, que me deparó un viaje a París, donde pasé un mes de total felicidad, viviendo en el Hotel Napoleón, en las cuatro palabras que cambié con Albert Camus y María Casares en las puertas de un teatro de los Grandes Bulevares, y mis desesperados y estériles esfuerzos para ser recibido por Sartre aunque fuera sólo un minuto para verle la cara y estrecharle la mano. Recordé mi primer año en Madrid y las dudas que tuve antes de decidirme a enviar los cuentos de Los jefes al Premio Leopoldo Alas, creado por un grupo de médicos de Barcelona, encabezado por el doctor Rocas y asesorado por el poeta Enrique Badosa, gracias a los cuales tuve la enorme alegría de ver mi primer libro impreso.
Pensé que, si la noticia era cierta, tenía que agradecer públicamente a España lo mucho que le debía, pues, sin el extraordinario apoyo de personas como Carlos Barral, Carmen Balcells y tantas otras, editores, críticos, lectores, jamás hubieran alcanzado mis libros la difusión que han tenido.
Y pensé lo increíblemente afortunado que yo he sido en la vida por seguir el consejo del tío Lucho y haber decidido, a mis veintidós años, en aquella pensión madrileña de la calle del Doctor Castelo, en algún momento de agosto de 1958, que no sería abogado sino escritor, y que, desde entonces, aunque tuviera que vivir a tres dobles y un repique, organizaría mi vida de tal manera que la mayor parte de mi tiempo y energía se volcaran en la literatura, y que sólo buscaría trabajos que me dejaran tiempo libre para escribir. Fue una decisión algo quimérica, pero me ayudó mucho, por lo menos psicológicamente, y creo que, en sus grandes rasgos, la cumplí en mis años de París, pues los trabajos en la Escuela Berlitz, la Agence France Presse y la Radio Televisión Francesa, me dejaron siempre algunas horitas del día para leer y escribir.
Y pensé en la extraña paradoja de haber recibido tantos reconocimientos, como éste (si la noticia no era una broma de mal gusto), por dedicar mi vida a un quehacer que me ha hecho gozar infinitamente, en la que cada libro ha sido una aventura llena de sorpresas, de descubrimientos, de ilusiones y de exaltación, que compensaban siempre con creces las dificultades, dolores de cabeza, depresiones y estreñimientos. Y pensé en lo maravillosa que es la vida que los hombres y las mujeres inventamos, cuando todavía andábamos en taparrabos y comiéndonos los unos a los otros, para romper las fronteras tan estrechas de la vida verdadera, y trasladarnos a otra, más rica, más intensa, más libre, a través de la ficción.
A las seis en punto de la mañana las radios, la televisión y el Internet confirmaron que la noticia era cierta. Como predijo Patricia, la casa se volvió un loquerío y desde entonces yo dejé de pensar y, casi casi, hasta de respirar.

Mario Vargas Llosa
New York, octubre de 2010
(publicado por El Pais)

Monday, October 4, 2010

IgNobel 2010: El sexo entre vampiros y los banqueros de Lehman Brothers, entre los premios Nobel alternativos



La 20 edición de los galardones que "hacen reir, y después pensar" reconocen este año una decena de logros en diferentes disciplinas


                       
   
Un equipo científico chino-británico ha obtenido el distinguido premio IgNobel 2010en biología por su trabajo titulado La felación entre los vampiros de la fruta prolonga el tiempo de cópula, publicado en la revista electrónica Plos One. En la disciplina de salud pública, unos estadounidenses destacan por su trabajo experimental sobre los microbios que trepan a la barba de los científicos. En economía, y de plena actualidad, los dirigentes de un puñado de bancos, incluido Lehman Brothers, reciben el galardón por "crear y estimular nuevas vías de invertir dinero, vías que maximizan las ganancias y minimizan los riesgos financieros en la economía mundial, o en parte de ella". Son algunos de los Nobel alternativos entregados en una animada ceremonia en la Universidad de Harvard, a la que asistieron ocho de los 10 galardonados "costeándose ellos mismos el viaje", puntualiza la organización, para recibir las distinciones. Entregaron los premios cinco Nobel de los de verdad.

Ha sido la 20 edición de estos premios que, como define su impulsor y animador, Marc Abrahams, "pretenden honrar los logros que hacen que la gente primero se ría y luego piense". Eso sí, tienen que ser trabajos auténticos, no ideas descabelladas que no pasan de eso, de ideas. Entre los investigadores de todo el mundo, a la revista Annals of Improbable Research, que concede cada año estas distinciones, no le falta materia prima para elegir.

En 2010, según explican en un comunicado los responsables de los premios, han asistido a la ceremonia, celebrada en Sanders Theater de Harvard, 1.200 espectadores que han disfrutado de los discursos, de una ópera -Bacteria- y del constante sobrevuelo de multitud de aviones de papel que tradicionalmente lanza el público durante los actos del IgNobel. En la puerta de la sala, suele haber montones de folios blancos para que cada uno se sirva y vaya creando sus modelos voladores.

De la entrega de los premios se han encargado Sheldon Glashow (Nobel de Física 1979), Roy Glauber (Nobel de Física 2005), Frank Wilczek (Nobel de Física 2004), James Muller (Nobel de la Paz 1985) y William Lipscomb (Nobel de Química 1976).

Palmarés de los IgNobel 2010

- Premio de Ingeniería, por perfeccionar un método para limpiar los mocos a las ballenas mediante un helicóptero de control remoto, a un equipo anglo-mexicano liderado por Karina Acevedo-Whitehouse.
- Premio de Medicina, por descubrir que los síntomas del asma se pueden tratar montando en una montaña rusa, a Simon Rietveld (Universidad de Amsterdam).
- Premio de Transporte, por utilizar la expansión de un moho mucilaginoso para determinar las rutas óptimas del trazado de la red ferroviaria, a un equipo británico japonés, algunos de cuyos miembros ya recibieron el IgNobel en 2008 por demostrar que esos hongos pueden resolver rompecabezas.
- Premio de Física, por demostrar que en invierno, al caminar por senderos helados, la gente resbala y se cae menos si llevan los calcetines por fuera de su calzado, a un equipo neozelandés liderado por Lianne Parkin.
- Premio de la Paz por confirmar la creencia generalizada de que maldecir alivia el dolor, a unos británicos liderados por Richard Stephens.
- Premio de Salud Pública, por determinar experimentalmente que los microbios trepan a los científicos que llevan barba, a Manuel Barbeito y sus colegas, de Estados Unidos.
- Premio de Economía a los directores y ejecutivos de Goldman Sach, AIG, Lehman Brothers, Bear Stearns, Merrill Lynch y Magnetar, por "crear y estimular nuevas vías de invertir dinero, vías que maximizan las ganancias y minimizan los riesgos financieros en la economía mundial, o para un aparte del mismo".
- Premio de Química por demostrar que no es cierta la vieja creencia de que el agua y el aceite no se mezclan, a un equipo de EEUU dedicado a la modelización de fugas de pozos petrolíferos.
- Premio de Gestión a un grupo italiano por demostrar matemáticamente que las organizaciones serían más eficaces si promocionaran a sus empleados al azar.
- Premio de Biología por demostrar científicamente que "La felación en los vampiros de la fruta prolonga el tiempo de la cópula", a Libiao Zhang y sus colegas chinos y británicos.




ENGLISH



The 2010 Ig Nobel Prizes were awarded on Thursday night, September 30, at the 20th First Annual Ig Nobel Prize Ceremony, at Harvard's Sanders Theatre. The ceremony was webcast live

ENGINEERING PRIZE:

Karina Acevedo-Whitehouse and Agnes Rocha-Gosselin of the Zoological Society of London, UK, and Diane Gendron of Instituto Politecnico Nacional, Baja California Sur, Mexico, for perfecting a method to collect whale snot, using a remote-control helicopter.

REFERENCE: "A Novel Non-Invasive Tool for Disease Surveillance 

of Free-Ranging Whales and Its Relevance to Conservation Programs," Karina Acevedo-Whitehouse, Agnes Rocha-Gosselin and Diane Gendron, Animal Conservation, vol. 13, no. 2, April 2010, pp. 217-25.

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Karina Acevedo-Whitehouse, 

Agnes Rocha-Gosselin, Diane Gendron



MEDICINE PRIZE:


Simon Rietveld of the University of Amsterdam, The Netherlands, and Ilja van Beest of Tilburg University, The Netherlands, for discovering that symptoms of asthma can be treated with a roller-coaster ride.

REFERENCE: "Rollercoaster Asthma: When Positive Emotional 

Stress Interferes with Dyspnea Perception," Simon Rietveld and Ilja van Beest, Behaviour Research and Therapy, vol. 45, 2006, pp. 977–87.

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Simon Rietveld and Ilja van 

Beest


TRANSPORTATION PLANNING PRIZE: 


Toshiyuki Nakagaki, Atsushi Tero, Seiji Takagi, Tetsu Saigusa, Kentaro Ito, Kenji Yumiki, Ryo Kobayashi of Japan, and Dan Bebber, Mark Fricker of the UK, for using slime mold to determine the optimal routes for railroad tracks.


REFERENCE: "Rules for Biologically Inspired Adaptive Network 

Design," Atsushi Tero, Seiji Takagi, Tetsu Saigusa, Kentaro Ito, 
Dan P. Bebber, Mark D. Fricker, Kenji Yumiki, Ryo Kobayashi, Toshiyuki Nakagaki, Science, Vol. 327. no. 5964, January 22, 2010, pp. 439-42.
[NOTE: THE FOLLOWING ARE CO-WINNERS BOTH THIS YEAR 
AND IN 2008 when they were awarded an Ig Nobel Prize for demonstrating that slime molds can solve puzzles: Toshiyuki Nakagaki, Ryo Kobayashi, Atsushi Tero]

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Toshiyuki Nakagaki, Kentaro 

Ito, Atsushi Tero, Mark Fricker, Dan Bebber


PHYSICS PRIZE: 


Lianne Parkin, Sheila Williams, and Patricia Priest of the University of Otago, New Zealand, for demonstrating that, on icy footpaths in wintertime, people slip and fall less often if they wear socks on the outside of their shoes.


REFERENCE: "Preventing Winter Falls: A Randomised Controlled 

rial of a Novel Intervention," Lianne Parkin, Sheila Williams, and Patricia Priest, New Zealand Medical Journal. vol. 122, no, 1298, July 3, 2009, pp. 31-8.

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Lianne Parkin


PEACE PRIZE


Richard Stephens, John Atkins, and Andrew Kingston of Keele University, UK, for confirming the widely held belief that swearing relieves pain.


REFERENCE: "Swearing as a Response to Pain," Richard 

Stephens, John Atkins, and Andrew Kingston, Neuroreport, vol. 20 , no. 12, 2009, pp. 1056-60.

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Richard Stephens


PUBLIC HEALTH PRIZE:


Manuel Barbeito, Charles Mathews, and Larry Taylor of the Industrial Health and Safety Office, Fort Detrick, Maryland, USA, for determining by experiment that microbes cling to bearded scientists.


REFERENCE: "Microbiological Laboratory Hazard of Bearded Men," Manuel S. Barbeito, Charles T. Mathews, and Larry A. Taylor, Applied Microbiology, vol. 15, no. 4, July 1967, pp. 899–906. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC547091/?tool=pubmed

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Manuel S. Barbeito was unable 

to travel, due to health reasons. A representative read his acceptance speech for him.


ECONOMICS PRIZE:


The executives and directors of Goldman Sachs, AIG, Lehman Brothers, Bear Stearns, Merrill Lynch, and Magnetar for creating and promoting new ways to invest money — ways that maximize financial gain and minimize financial risk for the world economy, or for a portion thereof.


CHEMISTRY PRIZE:


Eric Adams of MIT, Scott Socolofsky of Texas A&M University, Stephen Masutani of the University of Hawaii, and BP [British Petroleum], for disproving the old belief that oil and water don't mix.


REFERENCE: "Review of Deep Oil Spill Modeling Activity Supported by the Deep Spill JIP and Offshore Operator’s Committee. Final Report," Eric Adams and Scott Socolofsky, 2005.
http://www.boemre.gov/tarprojects/377.htm


WHO ATTENDED THE CEREMONY: Eric Adams, Scott Socolofsky, and Stephen Masutani


MANAGEMENT PRIZE:


Alessandro Pluchino, Andrea Rapisarda, and Cesare Garofalo of the University of Catania, Italy, for demonstrating mathematically that organizations would become more efficient if they promoted people at random.


REFERENCE:The Peter Principle Revisited: A Computational Study,” Alessandro Pluchino, Andrea Rapisarda, and Cesare Garofalo, Physica A, vol. 389, no. 3, February 2010, pp. 467-72.

WHO ATTENDED THE CEREMONY: Alessandro Pluchino, Andrea Rapisarda, and Cesare Garofalo


BIOLOGY PRIZE: 


Libiao Zhang, Min Tan, Guangjian Zhu, Jianping Ye, Tiyu Hong, Shanyi Zhou, and Shuyi Zhang of China, and Gareth Jones of the University of Bristol, UK, for scientifically documenting fellatio in fruit bats.


REFERENCE:"Fellatio by Fruit Bats Prolongs Copulation Time," Min Tan, Gareth Jones, Guangjian Zhu, Jianping Ye, Tiyu Hong, Shanyi Zhou, Shuyi Zhang and Libiao Zhang, PLoS ONE, vol. 4, no. 10, e7595.


WHO ATTENDED THE CEREMONY: Gareth Jones

El puente de Waterloo // André Derain



El puente de Waterloo pertenece a una serie pintada en Londres por encargo del marchante Ambroise Vollard. Derain, entusiasmado por la atmósfera de la capital británica, realizó una interpretación fauvista de las orillas del Támesis que años antes habían pintado Turner y Monet. El motivo pictórico es el puente de Waterloo, captado desde Victoria Embankment, en color azul brillante, cuyo trazado horizontal sirve de línea de horizonte de la composición. Los colores puros aplicados con una técnica puntillista dan a la superficie un aspecto de mosaico. Los azules y amarillos de los luminosos paisajes de Collioure son ahora sustituidos por tonalidades más frías, más adecuadas al clima londinense. La explosión de verdes, azules y morados es todo un manifiesto de la idea fauve de la violencia expresiva del color.



El puente de Waterloo, una verdadera obra maestra del período fauvista de André Derain, corresponde a un grupo de obras pintadas en Londres por encargo de Ambroise Vollard. Este marchante parisino, quien, entusiasmado con su obra, le había comprado toda su producción en noviembre de 1905, envió a Derain a Londres, a finales de 1905 y de nuevo en 1906, pa ra que repitiera la experiencia llevada a cabo unos años antes por Claude Monet en su serie sobre el río Támesis. En la capital británica, Derain, entusiasmado por la atmósfera londinense, pintó varias espectaculares y variadas vistas de las orillas del Támesis, en las que hizo una interpretación fauvista de los mismos temas que había pintado pocos años antes Monet, aunque muy lejos de él tanto en estilo como en espíritu.



Paloma Alarcó  (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)



MATA MUA // Paul Gaugin


En un paisaje idílico cerrado por montañas, varias mujeres adoran a Hina, deidad de la luna. En primer término, una mujer toca la flauta. A la izquierda, separado por un gran tronco de árbol que divide la composición a modo de bisagra, un segundo grupo baila alrededor de la diosa. Gauguin marchó a Tahití en 1891 con el propósito de buscar inspiración artística en los pueblos primitivos, desarrollados al margen de la civilización occidental. Sin embargo, lo que encontró tan sólo eran restos de un pasado glorioso, para entonces en vías de extinción. Mata Mua (Érase una vez) es un canto a la vida originaria que tanto ansiaba encontrar el pintor francés. Pintada en vivos colores planos, al margen de cualquier pretensión naturalista, supone un canto a la edad de oro perdida.


En un paisaje idílico cuya perspectiva cierran unas montañas rosas y violetas, unas mujeres tocan la flauta y bailan ante un gigantesco ídolo de piedra. Adoran a la diosa Hina (la luna), que Gauguin también representó en un lienzo ejecutado en 1893, Hina Maruru (Fiesta de Hina). El paisaje, construido mediante superficies de color imbricadas de abajo a arriba en la composición, se lee en ese mismo sentido como una estampa japonesa. El fuste de un enorme árbol divide el espacio en dos partes, ocupando la música el primer plano y el baile el término medio. El cuadro no es la transcripción de una escena ni de un paisaje real, sino una nueva composición a partir de elementos observados, que aparecen en otras obras del artista realizadas entre 1892 y 1894, por ejemplo, el mismo paisaje hace de telón de fondo en Pastorales tahitianas; el árbol de ancha copa amarilla del fondo también está presente en Fatata te Moua (Al pie de la montaña) y en Nave nave Moe (La alegría del descanso); el ídolo aparece igualmente en Parahi te Marahe (Ahí está el templo) y en Nave nave Moe (La alegría del descanso); por lo que se refiere exclusivamente a las mujeres que bailan, pueden verse Mahana no Atua (Día del Señor), y a las dos mujeres sentadas Arearea I y II (Alegría); en cuanto a la flautista sola, es interesante la comparación con Parau Parau (Palabras susurradas)y Hina Maruru (Fiesta en Hina).
Gauguin se había ido a Tahití con el objetivo de conocer la antigua civilización maorí, amenazada por la colonización y la cristianización. A través de sus cuadros, pretendía resucitar aquel «antaño» sagrado en el que el hombre vivía en armonía con la naturaleza y volver a encontrar, lejos de Europa, los dioses huidos y el paraíso original. Poco tiempo después de su llegada, emprendió un viaje por la isla con el fin de descubrir lugares a los que todavía no hubiera llegado la corrupción y la decadencia que reinaban en Papeete. «Me alejo del camino que bordea el mar y me adentro por un bosque que sube hasta bastante altura en la montaña. Llego a un vallecito. Los escasos habitantes que lo habitan quieren seguir viviendo como antaño». Gauguin desarrollaría en la versión definitiva de Noa Noa estas breves líneas anotadas sobre la marcha en el primer manuscrito del texto; constituyen la explicación que ofrece el artista de su lienzo Mata Mua, auténtico himno en honor de la mujer maorí: «En tiempos de abundancia, de importancia social, de gloria nacional, cuando la raza autóctona reinaba en las islas y todavía no había acogido al extranjero, en tiempos de los dioses, ¡Matamua! La leyenda halla por doquier fundamento en esta tierra fabulosa por naturaleza, pero es a la divinidad femenina Hina, diosa de la mentira y de la piedad, a la que más se entregan estos hombres de otros tiempos. La luna tiene sus festividades que se celebran con besos, con cantos, con bailes, que celebra la naturaleza mediante inefables prodigios [...]. Las mujeres siguen fieles a los dioses muertos por una nostalgia instintiva. Sus placeres y sus terrores habitan siempre Matamua. Así es como el artista ha visto a la mujer pueril y majestuosa que encarna el símbolo de toda una raza antigua, y se ha encargado de expresar en la obra pintada los secretos que le arrebató al culto difunto del que ella fue ídolo y sacerdotisa, y a la naturaleza de la que es algo así como una síntesis maravillosa».

El lienzo, que no halló comprador en la subasta que Gauguin organizó en 1895 para costearse su segundo viaje a Oceanía, se rebajó al precio de quinientos francos fijado por el artista. Luego ingresó en la célebre colección de Gustave Fayet y pasó sucesivamente por distintas manos privadas antes de que, en mayo de 1984, lo adquirieran por un precio récord y a partes iguales el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza y Jaime Ortiz-Patiño. Cuando éste último puso el cuadro en venta en 1989, el barón Thyssen compró la otra mitad, convirtiéndose en propietario único del mismo.
Isabelle Cahn (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)



Monday, June 21, 2010

Altered States : The New Yorker



 
SLIDE SHOW: Altered States: Michael Crawford Deconstructs the U.S. Map: http://tny.com/9tDrek

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